sábado, 12 de octubre de 2013

DAR LA CENCERRADA


No hace mucho tiempo, en los pueblos de Castilla y León y en otros muchos de España, había costumbre de festejar de una manera especial las bodas entre contrayentes viudos. Se conocía popularmente como “dar la cencerrada” y en otros lugares “dar la matraca”. Básicamente consistía en hacer ruido con cencerros y otros aparatos sonoros, ante las parejas de viudos que se iban a casar en el pueblo.

Aunque existían diferentes variantes, por regla general la víspera de la boda, el pueblo y en especial los mozos, se armaban de cencerros, almireces, calderos rotos, botes llenos de piedras y cualquier instrumento que pudiese hacer ruido, y se llegaban delante de la casa del viudo o de la viuda que se iba a casar y allí se pasaban la noche armando el mayor escándalo posible, hasta que el novio, pagaba una cantidad de vino que fuese del agrado de los rondadores. Otras veces incluso después de haber recibido el vino continuaban con su serenata.

La segunda parte venia el día de la boda. Los mozos, enganchaban dos burros o dos bueyes a un carro, en el que colocaban también un palio hecho con sacos rotos, o mantas viejas y remendadas. En el palio ponían adornos alusivos a los motes que tuviesen los contrayentes. Hacían subir  a los novios, y así, a paso lento, iban recorriendo el pueblo calle por calle, hasta llegar a la iglesia. La comitiva estaba formada por unos mozos, que iban delante del carro, revestidos grotescamente de curas,, otros de sacristanes, los cuales llevaban a modo de incensarios calderos rotos en los que quemaban excrementos de perro, gato, gallina, pimentón y guindillas, y con ellos iban incensando a los pobres viudos. Rodeando el carro por todas partes el resto de la juventud con cencerros.
Otra variante consistía en montar a los novios en un burro y pasearlos por el pueblo, naturalmente dándoles la cencerrada.

Parece ser que era frecuente que se produjeran altercados y en ocasiones hubo heridos e incluso muertos.
En el pueblo de Traspinedo (Valladolid), el 29 de Julio de 1917 se casó un viudo y los mozos le organizaron una cencerrada contratando los servicios de un dulzainero. Al parecer al novio le sentó mal que le dieran por la noche la cencerrada  y saco una pistola y disparo varios tiros al aire, pero uno de ellos fue a dar en el pobre dulzainero que murió en el acto.

Las autoridades prohibieron las cencerradas y hasta dieciocho años después no se volvieron a celebrar.

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